miércoles, 27 de febrero de 2013

Los mercados interiores están en la intersección con la calle Hanbury y se denominan Backmarket.
Desde principios de la década del 2000, esta calle londinense ha sido el escenario de algunos de los clubes nocturnos más famosos de la ciudad como el 93 Feet East y el Vibe Bar, muy conocidos por haber sido construidos en la antigua fábrica de cerveza The Old Truman Brewery.
Además, es mundialmente conocida por sus graffitis ya que artistas como Banksy, D* Face o Ben Eine han plasmado sus pinturas aquí.
La calle también se ha utilizado como escenario de numerosos videoclips musicales como el de Glory Days de Just Jack o el de All these things that de The Killers. Y es que, esta zona tiene mucha conexión con la música y podemos encontrar la tienda de la discográfica Rough Trade, muy cuidada y recomendable para melómanos.
La estaciones de metro más cercanas son Aldgate East o Liverpool Street Station. Como dato curioso, se ha puesto en marcha, con poco apoyo, una campaña para cambiar el nombre de la primera estación por el de Brick Lane.
Pero también esta zona ofrece posibilidades turísticas con algunos edificios de interés como la Iglesia de Cristo en Spitalfields, la Gran Mezquita de Londres o Masjid Jamme en la esquina de Fournier Street o la sede de Habitat en Pincelet Street.
Hay tantas cosas por ver si reservamos nuestros vuelos Londres. Un paseo por la ciudad y encontrarnos con Brick Lane es un motivo más para descubrir la capital inglesa y toda su animación.
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Para alguien que no haya estado nunca antes en Brick Lane, la primera visita es todo un shock: lo mas normal es llegar desde la estación de metro de Liverpool Street, atravesando primero el mercado de Spitafields, un antiguo edificio remodelado que cada día alberga en su interior un mercadillo de ropa y comida, no especialmente alternativo o barato, pero que no esta mal.

Si hacéis este trayecto, la sorpresa al llegar a Brick Lane es de las que te dejan con la boca abierta: convertida en reducto de todo el moderneo de la ciudad, el barrio es ahora mismo lo que hace años era Camden o Notting Hill. Como dicen los locales: East is the new West.
La calle (por que en si misma Brick Lane es solo una calle, aunque se denomina así también a los alrededores) comienza en Whitechapel, característico por su elevada concentración de personas de origen indio o paquistaní: durante los primeros metros, Brick Lane es una sucesión infinita de bares y restaurantes de comida hindú y árabe, con tantas luces de neón por metro cuadrado que seguramente se puede ver desde el espacio exterior.
Claro que a mitad de trayecto la cosa cambia. A medida que te acercas a Bethnal Green, el barrio que separa Brick Lane de Shoreditch, la calle esta literalmente tomada por las tiendas con lo más último de lo último en ropa, y cafés tan pequeños como vanguardistas. La gente que pulula por Brick Lane es un espectáculo en si misma: allí encontraras desde un Louis Vuitton hasta ropa sacada directamente de la basura. Para ir a Brick Lane hay que llevar la mente abierta: aquí lo que se lleva es el espantajo, la androginia y el ‘cuantas más cosas me pongo, mejor’. No os extrañéis de ver cortes de pelo que parecen sacados de Blade Runner, o que la gente gorda y fea sea la más cool. No es que los guapos no sean bien recibidos, es que aquí la concepción de belleza es diferente.

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